Puertas que se cierran.
Personas. Lugares. Recuerdos.
A veces lo mejor que conseguimos es dejarlos ir. Hacen
más daño estando a tu lado, compartiendo, viviendo o recordando. Hacen daño
estar constantemente en una incertidumbre que solo nos genera enfado, rabia,
tristeza, frustración.
Sé que es duro decir adiós.
Pero debo decirte adiós. No por ti, por mi, por nosotros,
por todo el daño que nos estamos causando. Es mejor no seguir con la vida.
Acabar con algo. Quizás no veamos lo bueno que nos pueda deparar.
Conocer a alguien, vivir nuevas experiencias en
diferentes lugares, recordar historias vividas la noche anterior. Reír a
carcajadas. Soltar el aire y decir “Aquí y ahora”.
Parece algo hipotético, algo inequívoco, algo que no nos
puede suceder a nosotros, pero tanto tú como yo sabemos que necesitamos estar
fuera de todo esto. Te quiero tanto que sería capaz de dejarte ir para siempre
si eso supone que seas feliz.
¿Estamos hechos para las personas? Siempre el mismo ciclo
vicioso, que todo se estropee en cuanto nos pase algo y eso no nos haga seguir
avanzando. Tú por rencoroso, yo por no darle la importancia que debería darle.
¿Me acompañas al último baile? El mismo que nos llevo a
conocernos, a seguir bailando lo propio de nuestra vida. Disfrutemos de la
canción hasta su final. Irremediablemente sabemos que todo tiene un fin y
cuando esto acabe debemos dejarlo ir y no rebobinar, no debemos forzar algo que
fue único y espontáneo.
Te tengo que dejar ir y quizás no vuelva a abrir nunca
más esta puerta, quizás mañana no sea la misma que conociste hoy. Pero eso no
hará que no sienta que te haya querido en algún momento.
Sea como sea, si debo dejarte ir, lo haré sin pensarlo.
Todo sea por verte feliz, por verme feliz.
Comentarios
Publicar un comentario