Cuestión de percepción.
En la oscuridad de mi habitación, con un silencio absoluto, divagan mis pensamientos. Hoy ha sido un día pésimo.
Al levantarme he visto que me había dormido, ya voy tarde, no me ha sonado el despertador y eso supone correr más de lo normal. Para conseguirlo debo saltarme incluso algunos pasos de mi día a día.
Nada más salir de casa de casa y llegar a la parada de autobús, este se va delante de mi... Tendría que esperar al menos 15 minutos al próximo... Supone llegar tarde, más tarde aún.
Una vez subida en el autobús, me parece interminable cuando se para en cada parada, parece que tarda más de lo normal y eso me desespera. El tiempo pasa a contrarreloj y este va en mi contra. No hace más que pararse, subirse y bajarse gente, necesito llegar a tiempo a clase.
Al llegar a la facultad hay una manifestación, genial, no parece que sea mi día, definitivamente. No veo el momento de sentarme en clase y firmar el acta. Me es imposible pasar delante de toda esa gente, hay demasiada, deberé bordear completamente el edificio para entrar por la puerta de atrás... Más tiempo perdido...
Misión conseguida, sentada en clase, firmando el acta y atendiendo a lo que más tarde me servirá en mi futuro profesional.
Al terminar, me voy a camino de casa, pero cuando iba a salir de la facultad me llaman... No tenemos tiempo para la próxima presentación y deberemos organizarla cuanto antes, mejor. Supone que tendré que comer en la facultad, o mejor dicho no comer, porque vamos a contrarreloj, tic, tac, tic, tac...
Mientras transcurre el trabajo a mi no se me ocurren ideas, mi creatividad, hoy, a muerto. Pasan las horas y no se nos ocurren muchas ideas para la presentación, eso supondrá que nos quedemos más tiempo del estimado.
Salimos para la cena, genial, salgo de noche completamente. Al llegar a casa estoy sumamente cansada para hacerme la cena, así que decido coger lo primero que tengo en la nevera que se haga rápido y me quite un poco el hambre atroz que tengo. Sanwich y ensalada... La combinación perfecta para alguien vago.
Lo horrible de mi día me hace irme antes de lo habitual a la cama. No tengo ganas de hablar con nadie, no tengo ganas de hacer nada... Ha sido un día de los más agotador, y lo único que decido hacer en la oscuridad de mi habitación, con un silencio absoluto. Divagando mis pensamientos. Hoy ha sido un día genial.
Al despertarme he visto que he podido dormir 15 minutos más de lo normal, lo que se agradece de vez en cuando, ya que estos días han sido de mucho trabajo y esfuerzo. Hoy me siento bien y decido no maquillarme como de costumbre, me hago un batido, me visto mientras se hacen las tostadas y desayuno. ¡Caray! No pensaba que en tan poco rato fuera capaz de prepararme para la universidad.
Salgo hacia la parada, pero en cuanto llego, el autobús que debo coger se marcha delante de mi. Esto hará que tenga 15 minutos más escuchando música, el mejor momento del día. Cuando subo en el autobús, empiezo a escuchar mi canción favorita, no me importa que se pare más de la cuenta en todas las paradas, así me dará tiempo a escuchar una y otra y otra y otra vez esa canción que tanto me anima por las mañanas.
Al llegar a la facultad hay una manifestación, ¡Vaya! Desde luego que alguien se ha enterado de que me iba a poner a hacer ejercicio, en vez de luchar para entrar por esta puerta, decido entrar por la de atrás y hacer ese ejercicio que llevo días pensando hacer.
Al llegar a clase, como un día normal, charlo con los compañeros, atiendo, y pienso en mi futuro... Me espera un gran futuro y este es mi momento de demostrar que sí que valdré.
Al salir de la facultad un compañero de mi grupo de trabajo me recuerda que tenemos que terminar cuanto antes un trabajo que lleva días resistiendo a salir. Para ello y darlo todo de mí, prescindo de la comida e intento ser lo más creativa posible. No se me ocurren ideas ingeniosas, pero sin embargo, las ideas que se me ocurren sirven para que los demás las transformen en geniales ideas.
Al salir de la facultad me doy cuenta que el tiempo que he estado allí, lo he aprovechado al máximo y me siento bien, realizada conmigo misma. Es el momento de regresar a casa.
Llego a casa muy cansada del día que he tenido, pero muy satisfecha de haber logrado todo lo que tenía que hacer en un día. Normalmente, esto me llevaría un par de días. Por ello decido hacerme una cena ligera, sanwich y una ensalada. Me voy a ir a la cama pronto y no quiero tener la comida en la garganta cuando me acueste...
Al tumbarme en la cama, en la oscuridad de mi habitación, con un silencio absoluto, divagan mis pensamientos. No todos los días son tan malos, según con qué perspectiva lo veas.
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